miércoles, 23 de noviembre de 2011

La última estupidez.

Por fin lo hemos logrado, el santo grial contra estupidez, contra la estulticia, contra la fatuidad, contra la bobería; de simple presentación, una pastilla de fácil digestión. En un instante los gobiernos compraron las dosis para sus pueblos; pueblos que debían tomarla, es más, pueblos que deseaba ansiosos por tomarla —¿quién no quiere ser más brillante de lo que se es?—.

A los pocos días de haber terminado el tratamiento la gente no reía, no había sobre qué o quién reírse; no había motivos. Se cayo en el mayor letargo y aburrimiento conocido en la historia y una ola de suicidios arrasó con la raza humana.

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