sábado, 26 de marzo de 2011

Thessaloniki. Una linda y rutilante ciudad.

Una ciudad; a mi manera de verlo, aclaro; no tiene nada que ver con la cantidad de personas que vivan allí, ni tampoco con si tiene o no una catedral. Tiene más sentido valorar a sus habitantes y el cómo perciben su entorno, cómo se relacionan y trabajan y en dónde tienen sus cabeza. También pasa por el tipo de expresiones artísticas que se dan lugar allí y si son urbanas y mundiales o son solo locales y rurales.

Entonces esta es una ciudad riquísima, llena de historia y arte, tan llena que se siente. Esta polis, que solo ha sabido pertenecer a los grandes imperios de occidente; el helénico, de donde venimos; el romano; el bizantino y el otomano. Además de eso, en algún momento fue ocupada por árabes y en 1492 recibió a los sefardíes que vinieron desde Iberia. Es una obviedad decir que el mundo le cabe en la cabeza plenamente.

Sorprende mucho esta ciudad por la manera en la que ha sabido asimilar su contemporaneidad con su parte vieja y amurallada la cual, dicho sea de paso, tiene una vista grandiosa sobre el puerto. Es Thessaloniki, según la Unesco, patrimonio de la humanidad y tienen 15 edificaciones o monumentos protegidos, que incluyen murallas, iglesias, monasterios. ¡Emocionante!; además la nueva Tesalónica tiene imponentes avenidas servidas por tranvías y buses que recuerdan más una ciudad de EUA que de Europa.

La noche en esta bella plaza se presenta con múltiples atractivos; como era de esperarse hay de todo y para todos; no es si no caminar por ahí entre las calles, bajar por Pangaiou, o por Aigyptou desde la Av. Polytechneiou hasta Kountouriotou (que recorre el puerto). También subir hasta la Egnatias por cualquier vía en donde se vea y oiga movimiento, algo para nada complicado, es realmente vibrante. Cada quién sabrá encontrar su esquina del movimiento. Vi, por ejemplo, cumbia rapeada por un negro en griego. ¿Algo más cosmopolita?

Vale agregar que; los habitantes son abiertos, elegantes, bellos y queridos amantes de la ropa, las artes y la fiesta, pero también del comercio, en cada calle hay un restaurante o un café, una galería de arte, una tienda de ropa, en los cuales los Tesalonicenses (sus cartas han sido leídas y escuchadas más de una vez) están atentos a atender amablemente, a ayudar y servir con esmerado gusto y afortunadamente en inglés porque el griego ni se puede leer, mucho menos hablar así de rapidez.

Como colofón, Thessaloniki es una ciudad para visitar, una ciudad para volver, una ciudad para vivir, ¡una ciudad!.