¡Pero qué mierda pasa! Me levanté y al salir de la habitación, llegué a la sala. Ahí se encontraba Manuel E, mi amigo de toda la vida. Tengo fotos con él desde los dos años y puedo agregar que me inicié en su compañía en todo lo que quisimos. Manuel E. estaba viendo el VH de Jailhouse girls.
—¡Ey! ¿Qué más mi perro, qué hacés? —pregunté.
—Aquí. ¿Y vos? Veo que anoche estuviste dándole —me respondió con cierto dejo señalando la mesa con los restos de bareta y coca y la pared del cuarto.
—Aja, sí, un toque. La verdad es que desde el jueves, te llamé pero no apareciste —repliqué.
—Estaba en otra vaina —comentó sin dejar de ver la pantalla. Mejor el culo de Ginger que mi cara, pensé yo.
Las cosas en veinte años no han cambiado mucho, pero ahora tenemos Facebook y Manuel E en el mío no está.
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