domingo, 13 de marzo de 2011

Un 'deja vu'

Vi el viernes Black Swan muy buena, me gustó realmente y debo decir que me llegaron recuerdos de sensaciones y angustias pasadas, ya vividas, ya experimentadas, ya sufridas.

Encuentro un caldo de cultivo perfecto para la infelicidad y demencia de la protagonista y su eternizado sin sabor de la vida. Una madre sobreprotectora, controladora, manipuladora y neurótica que lo que realmente busca es el fracaso de su hija; que no quiere por nada del mundo, que Nina y su carrera la superen, si no que por el contrario, repitan su fracaso, por eso la encierra. Quiere celebrar con ella su éxito dándole un dulce pastel.

En un ambiente artístico lleno de envidias y falsos buenos deseos que se refleja en las compañeras de baile. Con un egocéntrico director que busca por todos los medios que la protagonista "despierte", que viva realmente; y ella por su lado con una edad mental de apenas, digamos 15 años, llena de complejos, paranoias y por demás esquizofrénica, en busca de la perfección; sin entender aún que lo perfecto es enemigo de lo bueno.

Nina no logra comprender que existe una vida diferente a su profesión, que también hay un mundo afuera que no la ha esperado, porque nunca espera a nadie, que hay muchas otras maneras de vivir y complementar una existencia como claramente nos lo deja saber el pianista en un extra ensayo previo al gran día cuando le recuerda mediante un frase tan simple como: "yo tengo una vida".

Darren Aronosfky nos muestra que hay mucho más entre el cielo y la tierra que "el lago de los cisnes" omnipresente en toda la película, casi clautrofóbico. Un pequeño destello de la otra vida, una brutal fiesta, una fiesta de verdad, a la que Nina se deja llevar de la mano de Lily. Pero también el director nos revuelca en la miseria nuevamente como lo hizo en "The Wrestler" con una cámara que se dedica a seguir a la protagonista es su caída libre previamente pronosticada por la misma Nina en un ensayo cuando debe lanzarse al vacío y no lo hace a la primera.

Apuesto porque lo que nos quiere mostrar la película es que esa obsesión enferma al trabajo, a la perfección, por ser siempre lo mejor; puede ser tan destructor como la adicción a la heroína en "Requien for a Dream". Como nos lo muestran también Mary Harron con su “American Psyco” o el checo Milos Forman en “Amadeus”.

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